En los años que venimos promoviendo buenas prácticas en gestión de residuos para empresas y organizaciones, hemos encontrado que la brecha entre la intención y la acción no se da por falta de voluntad. Casi todos quieren implementar buenas prácticas. La brecha real está en el cómo, en el conocimiento para llevar esas buenas prácticas a cabo y entender y comunicar el potente impacto que estas acciones tienen.
También encontramos que había muy pocas herramientas de gestión que puedan guiar a las personas que querían implementar un cambio. Y al ser el desafío de la gestión de residuos uno de los muchos que enfrenta un gestor, muchas veces, debido a su complejidad, las buenas intenciones no se logran concretar en acciones con impacto. Pero también sabemos que el gestionar los residuos de manera integral y responsable puede traer múltiples beneficios:
- Económicos: Identificando mermas para reducir desperdicio, reduciendo costos de disposición final, valorizando materiales.
- Ambientales: Evitando que los materiales terminen en un relleno sanitario o botadero, reduciendo contaminación de aire, suelo y agua, además de emisiones de CO2.
- Sociales: Trabajando de la mano con recicladores y empoderando a los equipos a actuar de forma cada vez más consciente.
- Inspiracionales: Las empresas hoy pueden ser ejemplos de buena ciudadanía, inspirando a sus clientes a tomar acción, y generando valor para su marca y reputación en el camino.
Para esto último, se vuelve muy relevante el comunicar lo que se está haciendo, y justamente para esto creamos la Certificación #sinbasura.
Encontramos un gran aliado en este proceso en el Ministerio del Ambiente (MINAM), que a través de su campaña Perú Limpio viene promoviendo prácticas responsables de residuos, y que tiene gran interés en que las empresas sean aliados en esta misión.