APRENDE CON SINBA: UNA MENSTRUACIÓN SIN BASURA

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Empezar una vida sostenible es mucho más fácil de lo que creemos. Tan sencillo, que no nos damos cuenta que el primer paso tiene que ver con nuestro cuerpo, especialmente si eres mujer.

Al menstruar, puedes elegir entre aportar a la expansión de los botaderos y rellenos sanitarios y, simplemente, no hacerlo. Para nadie es noticia que vivimos en una cultura que premia lo desechable; incluso, cuando tiene que ver con la menstruación. Cada año, por ejemplo, los tampones y toallas sanitarias, usadas solo por unas horas, producen 200 toneladas de basura.

Así como los pañales desechables, estos productos están compuestos por un 90% de plástico. Es decir, una vez que hayan cumplido la función de receptar tu sangre, terminarán en algún lugar de nuestro planeta degradándose muy lentamente por cientos de años. Y la verdad es que nunca desaparecerán, pues el plástico simplemente se fragmenta en pequeños pedacitos conocidos como ‘microplásticos’.

Bueno, ¿y qué podemos hacer al respecto? Aquí te damos algunas opciones que te ayudarán a transitar por menstruación menos contaminante y hasta más ligera y consciente.

 

Volvamos al pasado: toallas reutilizables de tela

Dicen que los viejos tiempos eran mejores, y aunque a veces dudo sobre esto, cuando pienso en la vida de los humanos antes de la proliferación del plástico, sí que coincido. ¿Cómo manejaban las mujeres su menstruación antes de la “facilidad” de los productos desechables?
¡Toallas reutilizables de tela! Pero hay que ser sinceras, no podemos decir que esto es más sencillo ni más divertido. Pero claro que es más ecológico: las usas, las lavas, las secas y las vuelves a usar el próximo mes.
El problema es que en nuestros tiempos, en los que siempre manda la prisa, solo pensar en eso puede ser una gran ¡ni pensarlo! Pero te recomendamos intentarlo poco a poco e ir probando lo que más se ajuste a tus necesidades.

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La copa menstrual: 3 horas vs. 10 años.

Aunque la copa menstrual parezca un nuevo invento, lo cierto es que apareció en la misma década que los tampones, en siglo pasado. La primera patente de esta gran alternativa se atribuye a Leona Chalmers, una actriz estadounidense que diseñó una copa menstrual a partir de caucho en 1937. ¡Fue la primera opción a la venta!
Sin embargo, tuvieron que pasar 80 años para que verdaderamente se popularice. Yo me enteré de su existencia a los 25 años, luego de haber tenido mi primera menstruación a los 13 años. La copita llegó a mi vida prometiendo comodidad, ahorro económico y la producción de cero residuos.
¡Y lo cumplió! Así de fácil: dejé de usar tampones y toallas que me servían por tres o cuatro horas, y compré mi primera copita que duraría 10 años (y hasta se puede reciclar).

¿Y cómo funciona esta maravilla?

Primero debemos entender que la gran diferencia con los productos sanitarios tradicionales se da por el tipo de material del que está hecho. Mientras que las toallas y tampones están hechos de algodón y plástico, la copa menstrual está elaborada a partir de silicona quirúrgica.
Al igual que un tampón, la copa menstrual se introduce en la vagina, pero en lugar de absorber la sangre, ella la recibe. Una vez que se llena, te la debes sacar, tirar la sangre en el inodoro o ducha, enjuagarla con agua y volver a introducirla.

Algunos tips para cambiarte a la copa menstrual

Respeta y conoce tu cuerpo: lo más importante para tu transición es probar, ir despacio y no presionarte. Habla con amigas que ya lo hayan hecho, entra en confianza y compra tu primera copa menstrual.
Escoge el tamaño que te convenga: las copas menstruales vienen en diferentes tamaños, generalmente como la ropa (S, M y L). Si no has sido mamá, la que te convendría es la más pequeña.
No descartes -todavía– las toallas y tampones: en tu primer periodo con la copa, te recomendamos siempre llevar una toalla o tampón, en caso de que no te sientas cómoda y quieras cambiarte.

Mi experiencia con la copa menstrual

Llevo un poco más de tres años utilizando la copa menstrual. ¡Y la recomiendo a ojo cerrado! Lo que motivó a hacer este cambio fue el deseo por producir menos basura. Logré eso, pero también he conseguido estar más consciente respecto a mi cuerpo y hasta estar más cómoda con mi menstruación.
Al inicio, me costó entender cómo introducirla y tuve algunos derrames. Pero poco a poco, logré entender cuál era la mejor forma de utilizarla. Ahora, verdaderamente es un alivio para mí saber que la copita está ahí para cuando llega mi periodo; me di cuenta que no produzco tanta sangre como pensaba y que esta no es «sucia», solo es sangre.

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