¿QUÉ ES LA ECONOMÍA CIRCULAR?

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Algo está claro: nuestro sistema no está funcionando. Y para solucionarlo, no basta con limpiar las playas cada tanto o reciclar el plástico en casa; esto está bien, pero está lejos de ser suficiente. 

También está claro que nuestro sistema actual no puede ser arreglado porque está mal desde su origen, simplemente hay que cambiarlo. La gran pregunta es cómo hacerlo. 

Y la respuesta: aplicando la economía circular, que no es otra cosa que un modelo económico y de producción que elimina la contaminación, recircula productos y materiales y regenera los sistemas naturales. Así, cuida de la salud de las personas y del ambiente y causa crecimiento económico y repartición equitativa de la riqueza. 

Suena muy lindo, casi tan lindo que también podría ser irreal. ¡Pero es posible! Aquí te explicamos en qué consiste y los fundamentos en los que se basa. 

Este artículo es el resultado de la primera sesión del curso De linear a circular: Latinoamérica, impartido por la fundación Ellen MacArthur y Sistema B, gratuitamente para empresas B de la región (sinba está certificada como empresa tipo B desde su nacimiento en 2016).

Primero, entendamos el sistema actual

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Nuestro modelo actual se basa en la economía lineal. Esto quiere decir que una vez que los productos y sus materiales cumplieron su función, son desechados a la basura por una razón: fueron diseñados así, o más bien, no fueron diseñados pensando en su recuperación al final de su vida útil.

En la economía lineal existen tres momentos de acción. 

    1. Extracción
    2. Producción 
    3. Desperdicios.

Pensemos en cualquier objeto, como un lapicero. Para que este llegue a tus manos, antes se extrajo la materia prima de la naturaleza; el petróleo para el plástico, el metal, para la esfera y algunas sustancias, para la tinta. Estos materiales llegaron a una fábrica para producir miles de lapiceros y uno de ellos fue adquirido por ti. Lo usaste, se acabó la tinta y, finalmente, lo tiraste a la basura.

En esta larga cadena de producción y consumo, nadie se preguntó qué sucede con todos los materiales luego de haber sido utilizados. Así funciona la economía lineal, que nació con la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX, con el objetivo de producir más cosas, a menor costo y muy rápido. 

Gracias a este modelo, muchas poblaciones han salido de la pobreza, se ha extendido la esperanza de vida y nos ha permitido vivir con mucha —y peligrosa— comodidad. Sin embargo, las desventajas de la economía lineal son bastante graves: la inequidad en la repartición de la riqueza y la mortal contaminación en el ambiente. Aquí algunos datos para comprobarlo:

    • ⅓ de todos los alimentos que producimos se desperdician cada año. 

    • Para 2050, habrá más plástico que peces en el océano.

Y además de problemas ligados al ambiente y la sociedad, también hay pérdidas de dinero importantes, pues hay mucho material de valor que termina en la basura, lo cual significa millones de dólares perdidos.

Si tu casa se está inundando, cierra el grifo

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Este fue el sencillo pero contundente ejemplo que compartió Laura, facilitadora del primer webinar del curso. Y es obvio: si llegaras a casa y la vieras inundada, no empezarías por sacar baldes de agua, sino que buscarías el grifo abierto causante del problema. Y lo cerrarías. 

De eso se trata la economía circular, de cambiar el sistema desde la raíz y no desde las consecuencias. Es decir, desde la etapa del diseño de productos y servicios y no desde los problemas resultantes de las cadenas productivas. 

Volvamos al ejemplo del lapicero: si sus diseñadores, antes de fabricarlo, se preguntaran ‘¿qué pasará con los materiales luego de ser usados?’, tendrían la posibilidad de diseñar un producto que no termine en la basura, como un lapicero recargable o elaborado con material compostable. 

La economía circular como en la naturaleza: en ella no hay basura

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Al pensar en cómo aplicar la economía circular a nuestros procesos productivos, basta con observar un ecosistema sano, pues en la naturaleza no hay residuos, todo se reaprovecha de alguna manera. Eso es lo que busca ser este modelo económico: un sistema que imita los procesos naturales, donde nada sobra y nadie sobra, donde todos tienen un rol importante. 

Para ello, la economía circular tiene sus bases en tres acciones:

    1. Eliminar: los residuos y la contaminación
    2. Circular: los productos y materiales.
    3. Regenerar: la naturaleza

Estos tres momentos tienen algo en común: deben ser analizados en la etapa del diseño. Si se los aborda cuando el producto está elaborado, simplemente resultaría muy difícil deshacer los procesos, y tendríamos que lidiar con las consecuencias. 

Según la Fundación Ellen MacArthur, para combatir el calentamiento global, la transición hacia energías más limpias representa el 55% de las soluciones. El 45% restante tiene que ver con cómo diseñamos y fabricamos todo lo que nos rodea, incluidos nuestros alimentos. 

La evidencia es clara: el sistema lineal ya no da más. Migrar hacia una economía circular ya ha dejado de ser una opción para la restauración de nuestro mundo, y se ha convertido en esfuerzos reales y concretos a través de emprendimientos, políticas empresariales e iniciativas regionales y globales. 

En sinba, concentramos nuestros esfuerzos en la recuperación de materia prima —antes vista como basura— para transformarla en alimento para animales y abono (los residuos orgánicos) y en nuevos productos (los residuos reciclables. Si quieres construir un mundo #sinbasura con nosotros, ¡únete con tu empresa o con tu hogar!

Por último, te dejamos estos dos ejemplos regionales de empresas exitosas bajo el marco de la economía circular:

    • Algramo – Chile: un sistema de refill de productos de limpieza que permite a los clientes obtener solo lo que necesitan, en sus puntos de refill o delivery en casa.

    • Ecovative – New York: producción de comida, empaques, espumas y textiles hechas a partir de raíces de hongos (micelia).

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